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Justificación del proyecto
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Entre enero-julio de 2023, Perú registró 248.798 casos de dengue y 429 muertes (más del 62% en relación al 2022), declarándose emergencia en 20 regiones (Cabezas, 2023; MINSA, 2023). Factores climáticos, urbanización desordenada y fallas en vigilancia epidemiológica potenciaron la dispersión de Aedes aegypti (OPS, 2016). En 2024, Arequipa mediante la Red de salud Islay (2024), reportó los primeros casos en Islay (7 casos: 4 autóctonos y 3 importados) evidenciando la expansión geográfica del virus y su vector.
Frente a esta situación el Estado peruano prioriza el uso de insecticidas organofosforados (Malathion) (MINSA, 2017) y piretroides (deltametrina), producto de su aplicación fueron detectados en aguas residuales los cuales superaron umbrales ecotoxicológicos (Valderrama et al., 2012; Iriart & Ashman 2025). Dong et al (2025) y Anadon et al. (2023) determinaron que estos compuestos generan daños neurológicos agudos y cognitivos (organofosforados) y riesgos crónicos de neurotoxicidad en niños (piretroides). Ordoñez-Aquino et al. (2023) indican que el uso de pesticidas, largamente empleado en el mundo entero ha mostrado ineficacia en reducir la tasa de infección y mortalidad por dengue debido a su alta resistencia. El Perú ha utilizado los piretroides y debieron ser cambiados en la actualidad por malatión por la resistencia. El malatión también está mostrando resistencia en las pruebas de laboratorio en Perú. Al igual que López-Solís et al. (2020) y Pinto et al. (2019) hallaron que Aedes aegypti presenta resistencia del 40-70% por mutaciones del gen kdr (L1014F) y sobreexpresión de enzimas detoxificantes (glutatión-S-transferasas y esterasas) tras la exposición prolongada. Frente a esta situación Galavíz-Parada et al. (2021) proponen otra estrategia para combatir al vector haciendo uso de repelentes sintéticos con DEET (N,N-dietil-meta-toluamida) con efectividad del 90%. Sin embargo, se ha reportado por la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades (2015) la asociación a casos de dermatitis y síntomas neurológicos leves en niños expuestos al compuesto.
Este escenario plantea una paradoja entre la necesidad de controlar vectores para prevenir epidemias y los impactos colaterales de las estrategias actuales. Curasma Castellanos et al., (2025) y estudios como el de Shehata et al. (2025) proponen a Schinus molle L. como una alternativa estratégica con capacidad bioindustrial gracias a la capacidad biocida de su aceite esencial. Esta especie está distribuida en las zonas secas de los Andes centrales, siendo la región de origen área donde hoy en día se unen los países de Perú, Bolivia y Brasil (Liu et al, 2025; Feuereisen et al., 2017). Ha sido estudiada por Silva-Luz et al., (2019) quienes manifiestan que un alto grado de polimorfismo incluso en poblaciones separadas por distancias muy cortas, lo que indica la existencia de perfiles genéticos diferenciados entre poblaciones locales. Asimismo, Silva et al. (2024) demuestran una notable variación en la composición química, generando quimiotipos diferenciados, se destacan aquellos quimiotipos ricos en -pineno, limoneno y -felandreno por su acción larvicida y neurotóxica (CL 50 ppm) (de Oliveira et al., 2022; Soto-Cáceres et al., 2022), y otros que contienen sesquiterpenos (-muuroleno, -cadineno) por su sinergia inhibitoria sobre la proteína mJHBP, clave en el desarrollo del mosquito, según lo demostrado in silico por Herrera-Calderón et al. (2022) lo que demostraría especificidad para la erradicación del vector. Esta dualidad químico-genética permite contar tener la posibilidad de buscar identificar y seleccionar poblaciones naturales óptimas que contengan la cantidad y calidad de biocidas que le permita ser usado para diseñar biopesticidas que maximicen la eficacia y sostenibilidad, reduciendo la dependencia de insecticidas convencionales (Shehata et al., 2025).
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Impactos esperados
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La identificación de quimiotipos de Schinus molle con alta concentración de compuestos bioactivos permitirá desarrollar biopesticidas ecológicos, reduciendo el uso de insecticidas sintéticos y minimizando su impacto en suelos y cuerpos de agua. Además, su aprovechamiento sostenible impulsará estrategias de reforestación, contribuyendo a la restauración de ecosistemas degradados y a la conservación de la biodiversidad encontrada. En términos de salud pública, el reemplazo de insecticidas convencionales por biopesticidas derivados de S. molle disminuirá la exposición de la población a sustancias tóxicas, reduciendo los riesgos de enfermedades asociadas a su uso prolongado. Desde una perspectiva económica y social, la producción sostenible de aceites esenciales generará empleo en la recolección y procesamiento de materia prima, integrando a comunidades locales en cadenas de valor basadas en la biodiversidad nativa, fortaleciendo la bioeconomía circular y posicionando a Arequipa como un referente en el mercado de productos ecológicos. A nivel científico y tecnológico, los hallazgos de la investigación serán publicados en una revista de alto impacto indexada y presentados en eventos científicos, promoviendo la difusión del conocimiento y el establecimiento de redes de colaboración. Además, la creación del semillero de investigación permitirá la capacitación de los estudiantes en biotecnología y química analítica mediante actividades prácticas en laboratorio, fortaleciendo la formación de nuevos investigadores. Finalmente, la documentación de metodologías innovadoras y el desarrollo de biopesticidas patentables garantizarán la protección de la propiedad intelectual y abrirán oportunidades para su aplicación comercial, consolidando un modelo de desarrollo sostenible replicable.
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