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Justificación del proyecto
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En el Perú, el 5.2% (1 millón 575 mil personas) de la población presenta algún tipo de discapacidad, solo el 12.2% de las y los estudiantes con discapacidad entre 6 y 16 años sabía leer y escribir, mientras que solo el 6% de las personas con discapacidad accedía a educación superior. En el sector de educación, solo el 0.62% del presupuesto nacional está destinado exclusivamente a la educación de estudiantes con discapacidad. (INEI, 2017). Según el Plan Nacional de Infraestructura Educativa, base de datos de Monitoreo 2019 y el Censo Educativo 2018-2019, el porcentaje de centros de educación básica especial en el Perú con capacidad instalada inadecuada es el 93.49%.
En atención al porcentaje de población que en los censos 2017 declaró que tenía “alguna dificultad o limitación permanente para desarrollar normalmente sus actividades diarias”, se tiene que la provincia de Arequipa el 5,0% de la población tiene alguna discapacidad ocupando el quinto lugar con 159 mil personas; además se registraron 59,385 estudiantes con alguna discapacidad, ya sea física, intelectual o sensorial que están matriculados en colegios regulares, donde 39,372 alumnos, más del 60%, no culminan sus estudios porque la currícula no ha sido adaptada para ellos o los docentes no cuentan con la capacitación necesaria para una enseñanza óptima. De acuerdo al Censo Educativo 2022, existen 25,510 matriculados con acceso al Servicio de Educación Básica Especial, de los cuales el Estado contribuye con el servicio a través de 834 instituciones educativas públicas aproximadamente. (MINEDU, 2022). Así mismo, existe una brecha en la cual el 96.75% de colegios públicos no cuentan con los estándares mínimos de calidad.
A nivel local, la neuroarquitectura aún no se aplica de manera adecuada, ya que pocos profesionales están familiarizados con estas estrategias. Aunque están enfocadas en mejorar el aprendizaje, no son suficientemente conocidas por los principales beneficiarios, como educadores y estudiantes, pese a que estas estrategias están enfocadas en el aprendizaje propone un diálogo entre la manera como el cerebro percibe, aprende, disfruta y recuerda, y el diseño de los espacios que recorre y frecuenta. Su principal objeto de estudio es el cerebro y su forma de relacionarse con el espacio. (Pinzón, 2022)
El diseño de entornos físicos para niños con Trastorno del Espectro Autista (TEA) debe tener en cuenta ciertos requerimientos espaciales para garantizar su comodidad, seguridad y bienestar porque estos niños presentan sensibilidades sensoriales y necesidades específicas que influyen en cómo interactúan con su entorno, como espacios tranquilos y seguros, zonas de juego estructuradas, organización del espacio, accesibilidad, estimulación sensorial controlada, áreas de transición.
Así mismo, existe un deficiente reconocimiento de la importancia de la inclusión para proporcionar oportunidades educativas equitativas para todos los estudiantes, independientemente de sus capacidades. Por lo tanto, la pérdida de talentos y habilidades de los estudiantes con necesidades educativas especiales por falta de espacios que incentiven la creatividad y auto desarrollo cognitivo de los estudiantes.
Si no se utilizan estas estrategias en los diseños educativos, tendremos como efecto la perpetuación de la desigualdad educativa y social que afecta el desarrollo educativo de los niños con discapacidades y su integración en la sociedad.
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Impactos esperados
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La creación de un Centro de Educación Básica Especial (CEBE) adaptado a las necesidades de estudiantes con Trastorno del Espectro Autista (TEA) tendría un impacto directo en la comunidad de Cerro Colorado, Arequipa, al proporcionar un recurso educativo crucial no solo para niños y jóvenes con TEA, sino para todos los estudiantes con necesidades educativas especiales y sus familias. Además, el diseño y la implementación de estrategias específicas para personas
con TEA podrían elevar significativamente la calidad de la educación que reciben estos estudiantes, promoviendo su
desarrollo cognitivo, emocional y social. La existencia de un centro educativo especializado contribuiría a promover la inclusión educativa al ofrecer un entorno donde estos estudiantes puedan recibir una educación adaptada a sus necesidades, fomentando así su participación activa en la sociedad. La tecnología, juega un papel crucial en esta educación, facilitando la personalización del aprendizaje y permitiendo a los educadores adaptar los métodos a las necesidades específicas de cada estudiante. Estas tecnologías pueden mejorar la concentración y el compromiso de los estudiantes, además de fomentar la inclusión social al facilitar la interacción entre
ellos. Implementar estas herramientas en todos los colegios no solo garantiza un acceso equitativo a la educación, sino que también prepara a los estudiantes para un futuro digital. Finalmente, podría servir como un modelo replicable para otras comunidades que enfrentan desafíos similares en la educación de personas con TEA, tanto dentro de Perú como en otros países.
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